

Como es ya costumbre por desgracia en todos nuestros viajes, nos levantamos tempranito y sin pegar ojo nos
echamos a la carretera en un pequeño bus hacia
Denizli 16 € p.p , fue el viaje mas bonito, pasando por todos los pueblos del interior. Siete horas y media
después estábamos ya en la
estación de autobuses mas agobiante que me
echao a la cara. Te vienen un
monton de tipos para venderte alojamiento en los hoteles, comprar el billete de bus para
Pamukkale y el billete del siguiente destino a donde vayas. NO HAY QUE HACERLES NI CASO!!!Son unos
liantes que viven de eso, es mejor decirles que ya
tenéis todo reservado y que no
necesitáis ayuda. Nosotros no
teníamos nada de eso y al final nos liaron de lo lindo, total que fuimos a parar a un Hotel que aunque estaba muy bien, no nos gusto mucho el tipo de personas que regentaba el sitio, aquello es una guerra de ofertas y demandas y para que

accedas a quedarte te aburren hasta la saciedad.

Nada mas llegar no quisimos perder tiempo y fuimos a las piscinas de
Trabertino (el castillo de algodon),10 € p.p, una ciudad balneario construidas por los romanos para aprovechar las propiedades curativas del agua ricas en calcio, con enormes repisas, piscinas y estalactitas de
Travertino (carbonato de calcio) que fueron creadas por el agua mineral
cálida propia de la zona, que a medida que
caía en cascada por el peñasco, se enfriaba e iba depositando el calcio

que
contenía.Con unas vistas y paisaje impresionante
todavía, aunque ya no queda demasiado de lo que fue esta incluida en el patrimonio mundial de la
Unesco. Nos
habían dicho que ya no se
podía bañar y cual fue nuestra sorpresa que estaba todo el mundo
haciéndolo, como no
llevábamos bañador,

esperamos a que se fueran todos a la noche para hacerlo en pelota
picá, que es como mejor entra el calcio ese. Todo eso
después de pasear por la enorme
Hierapolis,
aquí pudimos intuir como
podía ser la vida en los primeros siglos de la cristiandad. Fundada 190 a.C, fue un centro curativo, destaca el
teatro romano de 12.000 espectadores
impresionantemente brutal, los restos de
la vía Frontino que mantiene intactas parte del pavimento y de alguna columna, las letrinas, baños y la
necrópolis de varios
kilómetros con cientos de tumbas de todas formas y tamaños.
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